Día Mundial del Árbol: un llamado global a valorar su rol esencial de los árboles para la vida y el planeta

Cada 28 de junio se celebra el Día Mundial del Árbol, instaurado en 1971 por el Congreso Forestal Mundial de FAO. Esta fecha invita a reflexionar sobre la importancia de los árboles en la salud del ambiente, el equilibrio climático y la vida en todas sus formas.

ARGENTINA (28/6/2025).- Desde la producción de oxígeno hasta la provisión de alimentos, medicinas y madera, los árboles cumplen funciones vitales para los ecosistemas y las comunidades humanas. El Día Mundial del Árbol, conmemorado cada 28 de junio desde su proclamación en 1971 por el Congreso Forestal Mundial, propone una pausa anual para reflexionar sobre su valor y promover su cuidado sostenible.

Aunque la fecha varía en algunos países -por ejemplo, en Argentina se celebra el 29 de agosto, en coincidencia con los mejores períodos para la plantación- el espíritu de la jornada es universal: reconocer el aporte de los árboles a la vida y al equilibrio ecológico del planeta.

Además de embellecer el paisaje, los árboles purifican el aire al filtrar partículas contaminantes, refrescan los entornos urbanos, absorben dióxido de carbono y ayudan a mitigar los efectos del cambio climático. También reducen la contaminación sonora, aumentando la calidad de vida en las ciudades.

Uno de sus beneficios más destacados es su capacidad para generar ahorro energético. La sombra que proveen disminuye la necesidad de aire acondicionado durante los meses cálidos, lo que contribuye a un menor consumo eléctrico. A su vez, protegen las cuencas hidrográficas, favorecen la infiltración del agua en el suelo y previenen inundaciones.

En cuanto a biodiversidad, los árboles son hábitats esenciales para múltiples especies de flora y fauna, siendo fundamentales en la conservación de los ecosistemas. En zonas urbanas, rurales o selváticas, su presencia regula el ciclo del agua, evita la erosión del suelo y favorece el equilibrio ambiental.

Frente al avance del cambio climático, los árboles se consolidan como aliados insustituibles: capturan gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono, y liberan oxígeno, actuando como verdaderos pulmones del planeta.

En el ámbito de la investigación científica, un reciente hallazgo reafirma la importancia de los árboles como testigos vivos del tiempo. Durante años, se creyó que el árbol más antiguo del mundo era “Matusalén”, con unos 4.900 años. Sin embargo, investigaciones lideradas por el científico chileno Jonathan Barichivich, de la Universidad Austral de Chile, estiman que el “Gran Abuelo” -un alerce de 28 metros de altura y 4 metros de diámetro, ubicado en el Parque Nacional Alerce Costero, en Chile- tendría alrededor de 5.500 años, lo que lo posicionaría como el árbol más longevo conocido.

Los árboles dan oxígeno, alimento, agua, sombra y madera. Y son la principal herramienta en la lucha contra el cambio climático, la conservación del suelo y la biodiversidad.

Arbolado urbano como islas de purificación ambiental

En 2050, se estima que más del 70% de la población vivirá en áreas urbanas, aumentando la relevancia de los árboles y bosques urbanos para la salud.

Por otro lado, se ha comprobado que la contaminación atmosférica es un factor importante en el deterioro de la salud humana, causando enfermedades respiratorias y cardiovasculares. Los árboles urbanos ayudan a filtrar la contaminación del aire, eliminando partículas perjudiciales como el dióxido de nitrógeno y el monóxido de carbono.

Este papel purificador mejora significativamente la calidad de vida en las ciudades, que se ven cada vez más afectadas por la contaminación debido al aumento del tráfico, las industrias y la actividad humana.

A nivel urbano, la presencia de árboles también tiene beneficios económicos y sociales. La sombra que ofrecen puede reducir el estrés térmico de las comunidades, lo que a su vez mejora el bienestar social. Además, los árboles crean un ambiente más agradable y atractivo para las personas, favoreciendo estilos de vida más saludables al proporcionar espacios para actividades al aire libre. Las zonas verdes urbanas mejoran la salud mental y fomentan el ejercicio, ya que las personas tienen más motivación para caminar, correr o simplemente disfrutar del aire libre.

En el ámbito económico, los árboles contribuyen a la reducción de costos energéticos, ya que su presencia en parques y jardines públicos reduce la necesidad de sistemas de refrigeración en las ciudades. Este ahorro se ve reflejado en la disminución de las facturas de electricidad, lo que beneficia tanto a los hogares como a las empresas.

Los árboles mejoran la calidad del aire al filtrar partículas contaminantes y refrescar el ambiente, vital para las ciudades con altos índices de polución.

De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), los bosques cubren aproximadamente un tercio de la superficie terrestre y son hogar de una gran biodiversidad. En estos ecosistemas se encuentran desde 60.000 especies de árboles hasta el 68% de las especies de mamíferos existentes.

Los bosques tropicales y del Bosque Atlántico  son particularmente cruciales para la regulación del clima global y el ciclo del agua, ya que juegan un rol esencial en la evaporación y precipitación.

Su preservación es vital para prevenir desastres naturales como inundaciones y deslizamientos de tierra, que ocurren con mayor frecuencia cuando los bosques son talados o degradados.

Los árboles son esenciales para la biodiversidad al proporcionar hábitats a plantas y animales que dependen de los ecosistemas forestales. A pesar de sus beneficios invaluables, los árboles enfrentan muchas amenazas.

La deforestación y la urbanización descontrolada continúan siendo los mayores enemigos de los bosques y áreas verdes en todo el mundo. El cambio climático también ha afectado a los árboles, alterando sus ciclos de crecimiento y poniendo en riesgo la biodiversidad que dependen de ellos.

Por ello, el alerta mundial por el avance de la deforestación sobre los bosques nativos. En Argentina, la deforestación es un problema grave que afecta principalmente a las provincias del norte del país, como Salta, Santiago del Estero, Chaco, Salta y Formosa.

De acuerdo con informes de Greenpeace, entre 1998 y 2022, Argentina perdió cerca de 7 millones de hectáreas de bosques nativos, lo que equivale a la superficie de la provincia de Formosa.

En números más recientes, casi 150.000 hectáreas de bosque nativo (unos 210.000 campos de fútbol) se perdieron en el norte de Argentina en 2024, la mayoría en la región del Gran Chaco, a causa de la deforestación provocada para beneficiar la actividad agropecuaria, según detalla un informe de Greenpeace.

En el caso de Misiones, un estudio reciente publicado indica que pese a la leyes ambientales, en 30 años se perdieron (1990-2020) más de 130 mil hectáreas por desmontes sobre la selva misionera, por la expansión agropecuaria.

Restauración, educación ambiental y gestión forestal

Los bosques son el pulmón del planeta. La reforestación y la restauración de zonas degradadas también son esenciales para recuperar los ecosistemas perdidos. Programas de  reforestación  pueden contribuir a restaurar las áreas que han sido despojadas de su vegetación original, ayudando a restaurar la biodiversidad y a mitigar los efectos del cambio climático. Esta es una de las acciones que se está promoviendo en varios países de la región como parte de un esfuerzo global para combatir la deforestación.

Para abordar estos problemas, es necesario fomentar una conciencia global sobre la importancia de los árboles. La educación ambiental es clave para que las futuras generaciones comprendan que la protección de los árboles no solo es responsabilidad de los gobiernos, sino de cada uno de nosotros.

Desde la plantación de árboles nativos en nuestros hogares y comunidades, hasta el apoyo a políticas públicas que promuevan la reforestación y la protección de los bosques, todos podemos contribuir a la preservación de estos héroes verdes.

Las especies protegidas como el Alerce y el Quebracho colorado chaqueño son cruciales para conservar la biodiversidad en los parques nacionales

Dentro de las áreas protegidas como son los Parques Nacionales, Argentina conserva varias especies de valor excepcional, como lo es el Alerce (Fitzroya cupressoides).

Este árbol es la segunda especie viviente más longeva del mundo. Esta característica y la belleza del paisaje natural en el que habita, le dio al Parque Nacional Los Alerces la distinción como Sitio de Patrimonio Mundial, otorgada por la UNESCO. El parque, ubicado en la provincia del Chubut, alberga un bosque milenario de alerces, con ejemplares que alcanzan los 2600 años de existencia.

Otra de las especies destacadas en la región patagónica es el pehuén (Araucaria araucana). Esta conífera es considerada un fósil viviente. Puebla los bosques del Parque Nacional Lanín. Puede superar los 1300 años y medir cincuenta metros de altura.

En el otro extremo de nuestro país, hacia el Norte, se hace presente el Quebracho colorado chaqueño (Schinopsis balansae). La especie se conserva en los Parques Nacionales Río Pilcomayo, Mburucuyá, Chaco, El Impenetrable y la Reserva Natural Educativa Colonia Benítez. De madera resistente y corteza agrietada, supera los veinte metros de altura.

En Misiones, árboles emblemáticos como la araucaria o el Palo Rosa, monumentos naturales  y en peligro de extinción, son preservados en reservas privadas como Forestal San Jorge , parques provinciales como en el PP Araucaria en San Pedro y reservas estrictas que administra Parques Nacionales en San Antonio y un programa de mejoramiento genético a través del INTA Montecarlo.

Araucia angustifolia en el Parque Provincial Araucaria en San Pedro, Misiones

Aporte de los árboles a la gente

  • Los árboles juegan un papel fundamental en la conservación del ambiente:
  • ·         Liberan el oxígeno y transforman el dióxido de carbono (CO2) en biomasa, reduciendo el efecto invernadero.
  • ·         Son reguladores de los ciclos hidrológicos contribuyendo a evitar inundaciones.
  • ·         Previenen la erosión de los suelos, favoreciendo el desarrollo de la agricultura.
  • ·         Constituyen el hábitat de especies de plantas, aves, mamíferos, reptiles y anfibios.
  • ·         En las zonas selváticas contribuyen a formar un ambiente húmedo.
  • ·         Contribuyen a regular el clima, reduciendo los efectos del cambio climático generado principalmente por el hombre.
  • ·         Son una fuente de materia prima para la elaboración de medicinas, alimentos, papel, combustible (madera y carbón), fibras y otros materiales naturales como corcho, resinas y caucho.

Fuente: ArgentinaForestal

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